Hace algunas semanas encontramos una noticia que nos pareció interesante por la temática que trataba y que hacía referencia a un estudio realizado por la Universidad de Extremadura, en concreto, el departamento responsable del Laboratorio de Radiactividad Ambiental de esta universidad.
Tratándose de radioactividad lo que buscaban estos científicos era conocer la presencia de radionucleidos en diferentes productos que consumimos y conocer como se transferían. Pero ¿qué son los radionucleidos? Pues bien buscando por la red encontramos la siguiente definición…. «es un nucleido -nombre para las partículas que forman el núcleo de un átomo: el neutrón y el protón- inestable y que por tanto degenera emitiendo radiaciones ionizantes. Se caracterizan por tener una vida media finita, que puede ir desde pequeñas fracciones de segundo a miles de años. El uranio y el plutonio son radionucleidos de origen natural» que hay y que utilizamos los hombre para diferentes procesos: «para obtener energía eléctrica, en la industria (controles de calidad, etc.), la medicina (radioterapia, etc.)», por ejemplo. Es decir, se trata de elementos que deben ser tratados con mucho cuidado porque su «utilización implica graves riesgos ambientales y de salud «.
Volviendo al estudio, estos investigadores lo que pretenden, por tanto, es conocer es el grado de contaminación radiactiva en el entorno y ver su relación con los seres humanos. Es verdad, y no tiene porqué cundir el pánico, que en nuestro entorno, los radionucleidos están presentes en el aire, en el suelo y también en la lluvia. Existen radionucleidos de origen natural, también de origen artificial. Estos elementos que liberan radiación pueden encontrarse en la cadena alimentaria y llegar a ser, en cantidades elevadas, un riesgo potencial para la salud.
¿Por qué nos hacemos eco de este estudio en un blog dedicado al sector forestal? Pues bien, estos estudios han existido siempre, decía el artículo, pero la novedad de estos investigadores radica en analizar la presencia de estos elementos en uno de los alimentos estrella del sector… los hongos, “conocidos por acumular concentraciones de algunos radionucleidos en sus cuerpos”.
Javier Guillén, autor del estudio, comentaba sobre la realización de la investigación… “se efectúa mediante los coeficientes de transferencia, que comparan el contenido radiactivo en el compartimento receptor de la contaminación radiactiva, es decir, en los hongos, con respecto a la existente en el compartimento transmisor de dicha contaminación, que en nuestro caso, sería el suelo”.
Como conclusión, el estudio, determina dos cosas. Por un lado que las dosis estimadas para hongos en España son similares a los determinados para otros animales y plantas y, por tanto, los hongos pueden ser utilizadas para valorar la contaminación radioactiva en el suelo; y, por otro, y el que nos debe interesar, que las dosis encontradas en los hongos empleados en el estudio de radionucleidos no es elevada y, por tanto, son perfectamente consumibles por el ser humano.
Sin duda, una buena noticia para los que, como nosotros, cuando llega el otoño disfrutamos yendo al monte y recogiendo algunos ejemplares tan increíbles como boletus o lactarius,.
Podéis encontrar el estudio en el siguiente enlace: Guillén, J.; Baeza, A.; Beresford, N.A.; Wood, M.D. «Do fungi need to be included within environmental radiation protection assessment models?«Journal of Environmental Radioactivity 175-176; 70-77, abril 2017.
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