Una vez terminada la «época de peligro alto de incendios forestales» prácticamente en todas las Comunidades Autónomas (en Castilla y León es el período comprendido entre el 1 de julio hasta el 30 de septiembre), queremos compartir con vosotros el avance de la estadística que desde el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA), en concreto desde la Dirección General de Desarrollo Rural y Política Forestal, publica en su página web.
El período al que hacemos referencia y del cual mostramos sus datos comprende desde el 1 de enero hasta el 30 de septiembre de 2018 y como en otras entradas que hemos compartido sobre esta temática es bueno saber que se trata de datos provisionales, por tanto, no definitivos, pero que nos pueden servir para hacernos una idea de cómo ha sido o esta siendo el año en materia de incendios en comparación con el año anterior (entre paréntesis los mismos datos para el año 2017):
- 6.033 siniestros (11.809)
- 4.450 conatos (7.395)
- 1.583 más de una hectárea (4.414)
- 3 grandes incendios (24)
- 21.466,77 ha de superficie forestal afectada (109.386,81 ha)
En esta ocasión queremos incluir también los datos de este año en comparación con la media, porque creemos que se trata de información útil para poner en contexto los datos y no únicamente compararlos con el último año por la multitud de factores que afectan a este fenómeno para simplificarlo únicamente, por comparación, con el año anterior. Ahí van… (entre paréntesis los valores medios de los últimos diez años)
- 6.033 siniestros (11.130)
- 4.450 conatos (7.376)
- 1.583 más de una hectárea (3.754)
- 3 grandes incendios (19)
- 21.466,77 ha de superficie forestal afectada (84.041,39 ha)
Estos datos, desde nuestro punto de vista, son muy interesantes… ¿por qué? Porque en ambos casos, tanto en comparación con el año anterior (que fue desastroso) como con la media de los últimos años, son muy positivos, tanto en número de siniestros con cerca de 3.000 siniestros menos así como por superficie afectada, en este caso, con una reducción muy significativa. Es decir, como pensábamos y escribimos al inicio de la campaña, se ha confirmado que este año sería un buen verano, en términos generales, en nuestro país.
Sin embargo, y aunque resulte evidente, estos datos no nos tienen que hacer pensar que este fenómeno se ha reducido. No. Creemos que estos datos son el resultado de un verano, desde un punto de vista meteorológico, favorable para con los incendios forestales. ¿Por qué pensamos esto? También es evidente. Porque en un año no es posible cambiar una tendencia tan devastadora como la que sufrimos con los incendios en los últimos años.
Seguimos pensando que las reflexiones que escribíamos en otras entradas siguen siendo vigentes… «esta información nos debe hacer reflexionar sobre implicarse en políticas activas de prevención tanto desde el punto de vista forestal, con prácticas selvícolas adecuadas en los montes, como en actividades de educación ambiental a todos los niveles. En este sentido, podemos discutir si añadir el término ambiental es adecuado, término que en este caso, creemos, sí sería adecuado, para luego entrar en el debate de si la población en las zonas rurales está envejecida, si el monte no se aprovecha, etc. Todas ellas verdad pero, independientemente de estos aspectos, las personas que, por negligencia o intención, provocan la quema del monte creemos que se fundamenta en un problema de respeto y es aquí donde la educación (ambiental) entra en juego.»
Con lo escrito hasta aquí -siempre nos gusta recordarlo- no queremos decir que los dispositivos de extinción no sean necesarios, todo lo contrario, son totalmente necesarios, porque incendios siempre se van a producir pero el problema es necesario enfocarlo de otra manera para paliar y reducir el número de incendios y no esperar que una primavera lluviosa o un verano atípico en cuanto a temperaturas y humedad, reduzca la superficie arrasada por el fuego porque entonces, será el azar quien determine el éxito o el fracaso de la política de incendios de cada año y, esto, ni es adecuado, ni aceptable, ni bueno.
Terminamos. Volveremos con más información forestal y, hasta entonces, como siempre, seguiremos disfrutando del monte…
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